Es muy fácil en España predecir el contenido y la orientación de los llamados «Editoriales» de los periódicos; según el periódico que se lea los tiros irán por uno u otro lado. Mayestáticamente, casi como revelación divina, el «Periódico» no solo opina: dictamina. Se dogmatiza sin recato y se presenta como realidad pura y como verdades objetivas lo que son simples apreciaciones de parte, que responden a muy definidos puntos de vista ideológicos o intereses de grupo. Cada periódico se debe a su club y cada maestrillo tiene su librillo, su manual de estilo político. Para prosperar, o para sobrevivir, las empresas periodísticas sufren dependencia de (y contraen hipotecas con) los poderes políticos y económicos. Y las deudas hay que pagarlas.


Eduardo Gómez de Baquero

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Las servidumbres de la prensa a los poderes establecidos son achaque antiguo y fueron ya denunciadas por, entre otros, un muy notable escritor de principios del siglo XX, Eduardo Gómez de Baquero (1866-1929), que solía firmar como «Andrenio», en homenaje a Gracián. Andrenio fue el más respetado crítico de la literatura coetánea, y considerado como el sucesor de Clarín, aunque ejerció su función «depuradora» de las letras españolas en forma mucho más amable, sin la causticidad de su predecesor. Con una importante obra de creación a sus espaldas, Andrenio se veía a sí mismo ante todo como un periodista. Fue colaborador asiduo de periódicos y revistas tan importantes como La Época, El Imparcial, La España Moderna, Nuevo Mundo… Conociendo bien, y desde dentro, el mundo de los periódicos, las refexiones de Andrenio sobre la prensa tienen un valor añadido.

En 1925 ingresaba Andrenio en la Academia Española, y el encargado de responder a su discurso de entrada fue Ramón Menéndez Pidal. La respuesta es breve, pero sustanciosa, hasta el punto de que por parte del propio Andrenio se decidió que ese texto encabezase la edición plenaria de sus obras: «Se ha pensado que era el más indicado prólogo de las Obras completas por ser el mejor y más autorizado estudio de conjunto acerca de la labor del autor». Menéndez Pidal destaca, claro está, la labor periodística de Andrenio, y le interesaron especialmente sus juicios sobre la profesión de periodista y las responsabilidades de la prensa. Veamos un párrafo que («wishful thinking» aparte), tiene el valor de poner agudamente el dedo en una llaga que mantiene toda su actualidad, y está muy lejos de sanarse. [J. A. Cid].


Eduardo Gómez de Baquero

Eduardo Gómez de Baquero

Aumenta cada vez el gran periodismo, consciente de sus deberes e importancia. Baquero no sólo se ha preocupado en practicarlo, sino en defenderlo. Reiteradas veces discurre sobre la dignificación de la Prensa, y como principal medio para conseguirla aboga por la supresión del anónimo; que cada uno responda de sus opiniones para que las emita con más libertad y con más miramiento a la vez, ni coartado ni influido por la opinión anónima del partido o del grupo, y así el periodismo será la gran escuela política y literaria que debe ser; los periódicos deben opinar menos y los periodistas opinar más; la enorme e irresponsable autoridad de la opinión anónima del periódico debe ser sustituida por una confederación de opiniones, cada una con su nombre, y una individualidad precisa, que ofrecerán así mayor variedad y podrán ser más sinceras y más libres.