El Dictionarivm Hispano-Sinicvm de la Universidad de Santo Tomás (Manila)
Juan Gil
Universidad de Sevilla y RAE

En 2017 Profesor Fabio Yuchung Lee, de la National Tsing Hua University (Taiwán), tuvo la fortuna de redescubrir, en el Archivo de la Universidad de Santo Tomás de Manila, un Dictionarium Hispano-Sinicum manuscrito en papel, que hasta entonces estaba punto menos que arrumbado, catalogado como “de poco valor”. Al hallazgo ha seguido su publicación en preciosa edición facsímil, precedida de unos breves prólogos redactados por un nutrido equipo de investigadores (Hokkien Spanish Historical Document Series I: Dictionario Hispanico Sinicum, Chief Editors: Fabio Yuchung Lee, Tsung-jen Cheb, José Regalado y José Caño Ortigosa; Reviewers: Chinfa Lien, Luisa Shu-Ying Chang, NTHA Press, 4 vols.)[1]. En las páginas que siguen, intentaré dar una idea general de esta obra, sirviéndome, como punto de comparación en algunos puntos, de dos tratados: el Discurso de la navegacion que los Portugueses hacen a los Reinos y Prouincias del Oriente, y de la noticia que se tiene de las grandezas del Reino de la China de Bernardino de Escalante (Sevilla, 1577), y la Historia de las cosas mas notables, ritos y costumbres del gran Reyno de la China de Juan González de Mendoza (Roma, 1585; he utilizado la edición publicada por Aguilar como volumen II de la España Misionera). Estoy seguro de que a don Ramón Menéndez Pidal, cuya venerable figura celebramos en este bienio, le hubiera encantado poder asomarse a esta obra y disfrutar de su rico contenido, dado el enorme interés que sentía por conocer la expansión del español en el mundo y sus fructíferos contactos con otras lenguas; no en vano redactó él mismo ejemplares vocabularios y estuvo al frente de las tareas lexicográficas de la Real Academia Española durante muchos años.

Comencemos por reconocer y diferenciar dos partes en la redacción de este copioso léxico bilingüe, que tiene nada menos que 551 folios. La primera, escrita por una mano (M1), abarca los primeros folios (p. 1-11; cabe advertir otra escritura distinta en la columna derecha de la p. 11) y está dispuesta en dos columnas: el lema en español, dispuesto en el orden alfabético de entonces (A ante B, A ante C, y así, sucesivamente), está seguido de su transcripción en chino (pero en la lengua hablada en el Fukién, cuna de la emigración a Manila), de la siguiente guisa:

                        A respondiendo

                        A preguntando oy`

                        A exclamando ug

                        Abad prelado quàn lò sú

 

La segunda parte, escrita por varias manos (M2), comprende el resto de la obra. En ella se renuncia a ganar espacio mediante la distribución del texto en  dos columnas; antes bien, los artículos  se explayan y ocupan toda la página, de manera que, tras el lema en español, se añaden, ya en perfecta tabulación, los ideogramas chinos y otras trascripciones (no solo en la lengua del Fukién, sino también en mandarín), dejándose así espacio libre para futuras aclaraciones lexicográficas: por ejemplo, después de “neçio q; ignorante”, se añadió “Gāy; hun mu obscurecido en la raçon; hunam idem”, y más abajo “guān chun’ chiâ gāy “de 4 costados tonto” (p. 665); después de “saltar haçia arriba”, otra mano apostilló “abalançarse ut tigre pâ chiŏ y’” (p. 912); o, después de “traer colgado” se puso la coletilla “ut espada sello etc.” (p. 1014). El lemario recoge las palabras de uso más general, pero también nos asombra con un notable latinismo: “solerte” ‘diestro’ (“solerte entendido” [p. 946]; “fantasico” en “vano fantasico” [p. 1033] es un falso cultismo, que no está registrado en el corde).

M1 tiene reglas ortográficas muy diferentes a las usuales en el resto del manuscrito. En primer lugar, M1 no conoce la ç (“cielo” [p. 4], “negocio” [p. 4]), en tanto que en la mayor parte de la obra se escribe “çielo” y “negoçio” (“aquel negoçio” [p. 91]; “negoçiar”, negoçio” [pp. 666-67]; “ynquieto coraçon con negoçios” [p. 1092], pero cf. “negocio” [p. 707, 1020]); además, en M1 se lee “corazon” (p. 9), mientras que M2 sigue usando un más arcaico “coraçon” (“amargura de coraçón” [p. 60]; “amigos de coraçón” [p. 64]; “apocado coraçón como un dedo” [p. 86]; p. 274). M1 muestra un cierto rechazo a la –rr-, por lo que escribe “aboresible” (p. 9) y “aborescer” (p. 11: gran número ejemplos), y la emplea equivocadamente, cuando se esperaría la consonante simple: “abasterro” (p. 6); “abil lijerro en despachar” (p. 7).

Otras características son más extrañas. La aspiración sustituye con frecuencia a la j: “suhetando” (p. 6); “abertura de los ohos” (p. 7); “abil de claro inhenio” (p. 7) y “abil de inghenio” (p. 7: las dos posibles soluciones); esta singularidad es característica de M1; pero también en un lema de M2 se lee “coher”, esto es, ‘coger’ (error que se trató de corregir en “cojer”, pero no en todos los casos  [p. 235-36]). En posición intervocálica y final de palabra aparece en M1 una oclusiva dental sorda en vez de la sonora correspondiente: “paret” (p. 4), “abesetario” (p. 7). Ante f se usa m y no f: “emfermo” (p. 9), “comfesion” (p. 10). Hay confusión de r y l: “absolto admirado” (p. 10). Los grupos triconsonánticos se simplifican: rst > rt (“abuciones superticiones” [p. 11]).

En cambio, coinciden M1 y M2 en el seseo, lo que indica que quien tomó la pluma no era castellano:

M1: “abil presto en aser” (p. 1); “abil excelente” (p. 1); “abilidad torsida falsa” (p. 1); “abilidad prestesa” (p. 1); “abogar ynterseder” y “abogasia” (p. 1); “abonansar” (p. 1), “abotonarse los calsones” (p. 1]); “abalansarse al peligro” (p. 5); “piedra graniso” (p. 4); “abastesido” (p. 5); “abertura de las selosías” (p. 6).

M2: aunque en esta parte el seseo es menos común, no faltan ejemplos: “asechar” (p. 107-108), “landresillas” (p. 562), “serbatana” (p. 916; pero “soplar la çerbatana” [p. 951]), “serrajero” y “serrar” (pp. 931-32), “serrillos” (p. 932). Y, al revés, “azir q; tomar prender tener algo en la mano” (p. 127); “ocaçion” (p. 694, corregido en “-sion”).

Aparte de presentar estas singularidades ortográficas y fonéticas, parece que, a veces, M1 no entendía bien lo que estaba escribiendo. Por ejemplo, no solo separa “abada un y cornio” (p. 2), en vez de unicornio, sino que incurre en errores manifiestos de escritura, como “escarabajo ponseñoso”, “abadía prelossia” (p. 2; por “ponzo-” y “prelacía”), “abstenerse de desonhostinades [= deshonestidades]” (p. 10); “aboreserse asumesmº [a si mismo]” (p. 11); “abrazar algo y no poderno [= poderlo] levantar” (p. 11). Son errores estos que solo reciben explicación en un proceso de copia. ¿Sería un sangley el escribano que cometió tales irregularidades? Ahora bien, en M2 se observan también distracciones chocantes: se escribe, por ejemplo, “saber fectamente” en vez de “saber perfectamente”, opuesto a “saber superficialmente” (p. 895). Todo ello nos indica que el presente Diccionario es la copia en limpio de un original probablemente lleno de tachaduras y adiciones al margen; en realidad, lo que era de esperar.

Aunque mucho más correcta, la ortografía de M2, arcaizante (se escribe todavía “atambor” [“asiento del atambor” p. 110]; “çufrir” [p. 710; pero “sufrir” en la misma página], “gonçes” ‘goznes’ [p. 487; cf. p. 719 “palo do se clauan los gonçes”], “maxcar” [p. 618] y “caxcara” [p. 209], o “julgar” ‘juzgar’ [p. 24] y “sulcar” ‘surcar’ [p. 961]; en este último caso, es la forma correcta), comete de cuando en cuando equivocaciones, siempre perdonables por responder a una pronunciación vulgar: así, se incluyen en la G las siguientes voces:

“gueco” (“gueco uacio” [p. 496]).

“guesso” (“guesso de muerto” [p. 496]; cf. “dados de guesso” [p. 305]; “esculpir en los guesos que no se olvide” [p. 423]; “quitar la carne de los guesos” [p. 840]).

“guesped” (“guesped combidado” [p. 497]; cf. “guesped acariciar” [p. 14]; “reçiuir al guesped” [p. 852]; “regalar al guesped” [pp. 857-58]; “venir de repente el guesped” [p. 1039]).

“gueuos” (“gueuos de pescado” [p. 497]; “clara de guebo” [p. 229]; “coçer como comida guebos, carne”  [p. 286]; “freir reboluiendo ut guebos” [p. 467]; “gallina sobre los guebos” [p. 476]; “meaja de gueuo” [p. 619]; “poner guebos la gallina” [p. 787]; “sacar la gallina los guebos” [p. 901]; “yema de guebo” [p. 1077]);

Otras formas semejantes son “aguelo” (“ascendientes progenitores q; aguelos” [p. 108, cf. 812]; “muger del hermano de mi aguelo” [p. 655]; “tio hermano mayor de mi aguelo” [p. 994]; “bisaguelo” [p. 145]; “tataraguelo” [p. 972]), “biguela” (“cantar en la biguela” [p. 193]; “cuerda de biguela” [p. 295]; “musica de biguela” [p. 658]; “sonido de biguela” [pp. 950-51]; “viguela” [p. 978 y 1056-57]) y “guerta” (“arar la guerta” [p. 94]).

Sin embargo, los más cultos “hospedar”, “hospedería” y “hospital” se registran en la H (pp. 539-40). La b y la v se intercambian a placer; valga por todos un ejemplo: “vocabulario: q; bocabulario” (p. 1067). La falta de aspiración en la pronunciación de la h hace que bailen las formas: “hechar” (p. 515-18) y “hombligo” (p. 536) se ponen en la H, “aser” en la A (p. 1) y “ollin” (p. 698), “orquilla” (p. 706) y “oy” (709) en la O. Por ‘estuprar’ se dice “estrupar”, como era la norma en nuestro Siglo de Oro (“estrupar la donçella” [p. 441]); también se registra el entonces común “secrestar” ‘embargar’ (p. 917). Además de “tijeras” (p. 280), se escribe “tiseras” (p. 279) y “tixeras” (p. 996).  Se utiliza “hombre” por el impersonal (“sosiego en la casa, quietud, no haçe ruido el seño, como si no ubiera hombre” [p. 953]). “Melancolia”, escrito correctamente en pp. 623-24 y 841, pasa por virtud de una etimología popular a “malencolia” en p. 1025 (“tristeça malencolia”). Es femenino “canal” (“canal pequeña y haçella” [p. 187]). Por fin, el mismo vocablo puede tener género diferente, según se atendiera al portugués o al español: en el mismo lema se encuentra tanto “vestido de chinas” como “vestido de chinos” (p. 1048 y 1049, respectivamente)[2].

La estructura que presenta el diccionario es muy simple. El lema es normalmente una voz (sustantivo, adjetivo o verbo), mas también puede ser un refrán (cf. “no agrauies que Dios es poderoso” [p. 674]), una fórmula de respeto (“canse a v. md perdone” [p. 192]; “perdone vuesa merced que le canse”, “perdone vuesa merced que le inquiete” [p. 753]; “señor, cortesía para todos”, “señor, señor mi marido”, “señor para principes”, “señor padre señor viejo”, “señor mi señor asi habla el criado”, “señor el hijo a el padre” (p. 926-27); “sobrino vuestro sobrino cortesia” (p. 943); “viua vuestra magestad mil años”, “viuas mil años y ueas largas edades” [p. 1062-63]; “vuestra merçed, cortesia que haçe un prinçipal quando escriue a otro”, “vuestro hermano neçio, assy diçe el hermano por cortesía” [p. 1073]) o una maldición (“comante gusanos” [p. 243]). Aparte de lo que se dice en cada lema no hay indicaciones de uso salvo en p. 679, donde se lee “juntando estas partículas de negaçion a qualquier uerbo lo boluera negatiuo”. Solo en un caso se arregla un error de colocación de lemas: “Enemigo q; tres ojas atras [392] escrito a el margen por ser aquel su lugar. Por tanto todas estas letras hasta la letra del quey no se declaran por estar ya escritas y no ser este su lugar” (p. 397); en otras ocasiones se remite a otra página: “concha q; infra” (p. 255); “atrás 4 ojas comiença ocupado” (p. 695).

Aunque en la parte relativa al chino M2 introdujo una innovación de primera magnitud a partir de A ante C, las reglas usadas en la parte dispositiva fueron siempre las mismas, lo que prueba que los autores siguieron un esquema prefijado al redactar el Diccionario. Así, por ejemplo, en la explicación de los lemas se cuelan los latinismos usuales en este tipo de obras, indicio evidente de que el diccionario fue compuesto por frailes, sin duda, dominicos. Veamos los casos más llamativos:

En primer lugar, al hacer una remisión a otro lema se usa la abreviatura q; (es decir, quaere, ‘busca’; algunas veces se usa el verbo sin abreviatura, pero con el diptongo monoptongado: “acçidentalmente quere acaso” (p. 16); “aclarar ut porfia quere claro” [p. 16]); con menor frecuencia se emplea vide (“diablo vide demonio” [p. 351]; “patrón santo patro vide abogado” [p. 738]). He aquí una gavilla de ejemplos:

 “acudir a la muestra ut soldado q; cumplir” (p. 20).

“acusar por escrito q; querella” (p. 20).

“adagio q; proberuio” (p. 21).

“adereçar componer remendar q; componer” (p. 21).

“admirarse temiendo q; espantarse” (p. 23).

“admitir q; reçiuir” (p. 23).

“adoptar q; prohijar” (p. 23).

“adorar q; reuerenciar” (p. 24).

“adornar q; componer  afeitar” (p. 24).

“adular q; lisonjear”; “adulador q; cariçias” (p. 25).

“afable condiçion q; blando” (26).

“afecto interior q; inclinaçion” (p. 26).

“afeitarse la muger curiosamente q; adorno” (p. 27).

“afligir q; trabajo, triste dolor” (p. 28). Ojo

“afrentar q; agraviar” (p. 29).

“agradecer q; pagar retribución” (p. 31).

“aguardar q; esperar” (p. 36).

“ahogarse q; anegarse” (p. 38).

“ahorrar del gasto q; moderado gasto” (p. 39).

“ajuar q; dote” (p. 39).

“aldeano tosco q; pueblo lugar” (p. 48).

“elegancia q; retorica” (p. 376).

“luxurioso q; fornicar” (p. 588).

“obsequias por los padres q; honrrar, enterrar” (p. 693).

“pasquines q; libelos” (p. 736).

“queso q; leche” (p. 837).

“refran q; adagio” (p. 857).

“saco q; bolsa” (p. 903).

“tormenta q; uiento” (p. 1007).

“trapos para limpiar la mesa y limpiarla q; estropajo” (p. 1017).

“vssar q; acostumbrar” (p. 1071).

“ymagen q; retrato” (p. 1081).

No menos frecuente es el empleo de ut, ‘como’, siempre en comparaciones, aunque también se usa la alternativa romance (cf. “adereçar como nauio” [p. 21]; “alto como gradas de iglesia” [p. 56]; “antiguamente como en el tiempo de Adan” [p. 79]; “espiga como de trigo” [p. 431]; es notable la concurrencia de las dos expresiones en p. 356: “dilatar ut el tramposo” y “dilatar como el tramposo”):

“abajar ut la corriente” (p. 2); “abajar algo asido ut lampara”; “abajar lauandera ut batiéndola” (p. 4); “abajar agua del cielo ut dilubio”; “abajar del cielo ut agua granizo”; “abajar del cielo ut Dios encarnar”; “abajar ut del Espiritu santo”; “abajar ut flemas”; “abajar ut de dignidad”; “abajar ut de ormiga por la paret” (p. 4).

“abalansarse ut el ave a picar” (p. 5).

“abrasar ut el fuego”; “abrasar ut calor”; “abrasarse ut emfermo” (p. 9).

 “acompañar al señor ut criado”; “acompañar en la visita ut saliendo”; “acompañar la silla ut escudero” (p. 17).

“adiuinar ut pares y nones” (p. 22).

“aguardar mucho ut mascando freno” (p. 36).

“ajustar ut dos ventanas” (p. 39).

“amar haciendo cariçias ut mulier [como mujer]” (p. 59).

“amigos que no se contradicen ut los buenos casados”, “amigos que concuerdan con las voluntades ut la música” (p. 62); “amigo ut dos hermanos”, “amigos ut los hijos de una madre”, “amigos ut los que viven juntos” (p. 63); “amigos juntos ut las palmas de las manos” (p. 64); “amigo intimo ut pariente” (p. 64).

“asar ut a s. Lorenço” (p. 107).

“anocheçer ut a las Ave Marias” (p. 76).

“bajar y suuir ut lampara”, “bajar algo como asido a una soga ut lámpara”, “bajar de repente ut rayo”, “bajar ut del cielo o dignidad a la tierra como dios” (p. 131).

“caerse de arriba ut sobre el que pasa” (p. 175).

“caerse ut el borracho” (p. 176).

“cajon ut de sacrestia o alaçena”, “cajon con apartados, ut escritorio o bandeja”, “cajon encajado uno en otro ut cajuelas de Flandes”, “cajón, bandeja ut fuente enbarniçado”, “cajon bandeja, ut plato de barniz” (p. 177).

“par, pareados ut macho y hembra” (Ip. 724).

“pareçerme, ut pareçeme que si” (Ip. 726).

“pariente mas çercano, ut padre hermano”, “parientes mas çercanos, ut padre hermano” (Ip. 729).

“sustentar la vida solamente ut el que come en 3 dias una vez” (p. 963).

Varias veces aparece la locución ut sic, para indicar que el verbo está usado en su significado propio: “abrir ut sic” (p. 9), “agradecer ut sic” (p. 31); “atento ut sic” (p. 114); “comediante ut sic” (p. 242); “consulta ut sic” (p. 267); “deber ut sic” (p. 313); “entrar ut sic” (p. 406); “estender ut sic” (p. 437); “mudar ut sic”, “mudarse ut sic” (p. 652); “pelos ut sic” (p. 745); “quajarse ut sic” (p. 827); “tentar ut sic” (p. 982). A este latinismo le hace la competencia la expresión romance: “amigos absolutamente” (p. 63); “niño absolutamente” (p. 670).

Además de estos usos frecuentes de q; y ut, se documentan en el Diccionario otros latinismos, como los siguientes:

“andar tuerto ut cangrejo et in moralibus” (p. 70); “confuso obscuro et in moralibus” (p. 262); “diferente camino et in moralibus” (p. 354); “apretar algo et moraliter” (p. 90); “claro y moraliter” (p. 230); “confusion obscuro et moraliter” (p. 262); “confuso obscuro et moraliter” (p. 262) “derecho moraliter” (p. 321); “derechamente et moraliter” (p. 322); “tuerta cosa y moraliter” (p. 1029), para indicar que la palabra o la locución pueden tener asimismo un sentido moral. En otros lemas se dice en español: “bajo natural y moralmente” (p. 132), “viuir bien moralmente” (p. 1063).

 “armar trampa facere foueam [‘hacer una cava’]” (p. 98).

“asi como idem [es decir, ‘como en la línea anterior’, i. e. ‘comparando’]” (p. 109); “sacrificio que haçe el rey idem [i. e. al cielo]” (p. 903).

“apartarse ad inuicem [‘mutuamente’]” (p. 84); “ayudar ad inuicem” (p. 126); “comunicarse ad inuicem los bienes” (p. 252); “conoçerse ad inuicem” (p. 263 y 264); “cortesía con las manos, haçerla ad inuicem” (p. 281).

“atreuido in malam partem” (p. 116).

“causa ut materialis formalis etc.” (p. 209).

“comparar v. g. [abreviatura de verbi gratia]” (p. 249); “no tan. v. g. no tan grande” (p. 677).

“aquel mas comparatiue [‘en comparación’]” (p. 91). Cf. en español “quanto mas comparando” (p. 828).

 “con complexiue [‘comprensivamente] uno y otro” (p. 252).

“nuestro exclusiue” (p. 684).

“nosotros inclusiue” (p. 677).

“ser hecho passiue” (p. 931).

“mucho superlatiue” (p. 650).

“concertarse utcumque [‘de cualquier manera’]” (255).

“ojala utinam” (p. 691).

“pechuga de gallina et sic de singulis [y así, en cada caso]” (p. 741).

“quien lo sabe? id est [‘es decir’] no lo se” (p. 838); “lanterna hoc est linterna” (p. 562).

“seguir la doctrina antigua, siue bona, siue mala [sea buena o mala]” (p. 918).

“venir el bien por el mal rectum ab errore [‘lo recto por el error’]” (p. 1040).

“yncauto no preuiene yncautus futuri [‘despreocupado por el porvenir’]” (p. 1086).

Henos aquí, pues, ante una obra pensada, hecha y escrita por frailes, sin duda con el concurso de algún chino. El Diccionario, sin embargo, no está pensado ni mucho menos para su uso en la catequesis. En efecto, apenas se glosan los términos litúrgicos o teológicos. No se incluyen en esta obra vocablos tan comunes y necesarios en la praxis misionera como absolución, alma (pero sí “espíritu alma” [p. 432]), bautismo y bautizar (pero sí “hermano de Baptismo” [p. 523], “pila como de baptismo” [p. 768]), confesión (pero sí “confessar” [p. 259-60]), exorcismo (pero sí “expeler demonios” [p. 447]), eucaristía, evangelio, hostia, misa, penitencia, Trinidad. Aparecen, en cambio, términos comunes a todas las religiones:

“alma q; espíritu”, “alma fuera del cuerpo”, “alma en graçia” (p. 52).

“angeles” (p. 72; también “angel de guardia”).

“cielo” (p. 224; “gloria del cielo” [p. 483] y “reino del cielo” [p. 880]).

“demonio” (p. 319: “demonio endiablado”, “demonio familiar”, “demonio de muchas figuras”, “demonio monstruo”; “demonios brujos”, “demonio familiar”, “demonio apestado, que inficiona a el pueblo”).

“diablo” (p. 351: en usos más propios de los chinos que de los españoles: “diablo que adormeçe para haçer mal”, “diablo que es idolo de China; cf. “ahuientar al diablo” [p. 39]; “rey de los diablos” [pp. 879-80]).

“dios” (p. 358: “dios de cosas de la tierra”, “dios de los coçineros y sus comidas y vender”; más cristiana es la idea: “dios esta en todas partes”).

“iglesia” (“alto como gradas de iglesia” [p. 56]; “yglesia tenplo de Dios” [p. 1078]).

“infierno” (“infierno de a do no se sale” [p. 1089]; “alcayde del infierno” [p. 46]; “secretario del infierno” [p. 920]),

“libre aluedrio” (p. 574; un posible ramalazo de la polémica antiluterana, pero también posible indicio de que comenzaba a argumentar contra el budismo; así sucedía al menos en el Japón, según sabemos por una carta de Bernardo de Santa Catalina del 30 de junio de 1607: “también me dizen que ay disputas entre los bonzos y nuestros predicadores, cosa de que se espera grande bien” [Archivo General de Indias, en adelante AGI, Filipinas, 79, n. 73]).

“paraíso” (pp. 725-26: “parayso, o jardín”, “parayso gloria”, “parayso del çielo como quando esta estrellado”).

“pecado” (p. 740, con las variantes “pecado mortal”, “pecado venial” y “pecado nefando”).

“potencias del alma”, “potencias o sentidos del cuerpo” (p. 794).

“profecía” (p. 812).

“pulpito” (p. 822).

“sacristan del idolo» (p. 904).

“santo de China” (p. 911).

“tentaçion” (p. 982).

Otros lemas muy generales son “retablo” (p. 875), “sacerdote” (p. 902), “sacristán del ídolo” (p. 904), “santo (explicación imprecisa: “uno que está en el cielo” [p. 911]) y “templo” (p. 978). La inclusión de “domingo” (p. 367) y “sábado” (p. 894) en el Diccionario se explica por la incidencia de esos dos días en la vida normal de los habitantes de Manila. En cambio, eco claro de la Biblia son dos lemas: abismo (p. 8; “ancho abismo de la mar” [p. 68]) y caos (“caos confusion antes que Dios criase nada” [p. 194]).

En conclusión: no se aprecia de ninguna manera un propósito firme de traducir al chino la terminología del cristianismo con fines catequéticos.

En fuerte contraste con este aparente desinterés por la religión, son muchos los lemas que muestran la atención prestada a la sociedad china, y ello, empezando por una figura de eminente prestigio social: el mandarín. Las equivalencias que se establecen a partir de la cuarta dignidad de mandarín (las tres primeras dignidades, sorprendentemente, no tienen correspondencia en castellano, aunque una pista para entender este silencio la puede dar la nota escrita en p. 608: “Mandarin grande como duque”) son realmente tan curiosas como llamativas (pp. 608-609):

Mandarin de cuarta dignidad es como gouernador.

Mandarin de quinta dignidad es como obispo.

Mandarin de sesta dignidad es como alcalde mayor.

Mandarin de septima dignidad es como presidente.

Mandarin de octaua dignidad es como alcalde ordinario.

Mandarin de nona dignidad es como alguacil.

A primera vista, parece absurdo que se equipare al mandarín con un prelado; mas un examen más detenido del texto muestra que lo que le interesó al lematista fue destacar el diverso rango ocupado por los diferentes mandarines, por lo que les buscó paralelos dentro de la sociedad española: en Manila, la primera categoría la detentaba el gobernador; la segunda, el obispo, y así, sucesivamente.

En otros lemas, donde menos se esperaría, aparece también la figura del mandarín y de su entorno, además de hacerse referencia expresa a la “lengua mandarina” (p. 566; cf. p. 502 “hablar la lengua mandarina”); toda una sociología del mandarinato, considerado bajo mil diferentes aspectos:

“açotar con un bordón ut el Mandarin, o con barillas” (s.v. açotar [p. 19]).

“adorar el Mandarin el oriente que es su oraçion” (s.v. adorar [p. 24]).

“aguelos del Mandarin” (s.v. aguelo [p. 40]).

“alguaçil mayor del Mandarin” (s.v. alguaçil [p. 51]).

“alto noble Mandarin” (s.v. alto [p. 56]).

“aprender estudiar para Mandarin” (s.v. aprender [p. 88]).

“aposento do el Mandarin reçiue la visita” (s.v. aposento [p. 87]).

“arrojar el Mandarin unas cañas para que açoten” (s.v. arrrojar [p. 103]).

“audiençia sala de audiençias de Mandarin” (s.v. audiençia [p. 117]).

“auisar a el Mandarin” (s.v. avisar [p. 120]).

“ayudar el Mandarin”, “ayudar el Mandarin inclinarsele” (s.v. ayudar [p. 126]).

“birrete de Mandarines” (s.v. birrete [p. 145]).

“bordon del Mandarin con que açotan” (s.v. bordon [p. 154]).

“cama de Mandarin” (s.v. cama [p. 183]).

“carta para el Mandarin” (s.v. carta [p. 202]).

“casa de Mandarin despues de la audiençia”(s.v. casa [p. 204]).

“ceñirse el Mandarin”, “ceñirse el Mandarin el cinto” (s.v. ceñirse [p. 216]).

“chapa del Mandarin” (s.v. chapa [p. 221]).

“cinta o ligas de Mandarin” (s.v. çinta [p. 227]).

“çinto de Mandarin” (s.v. çinto [p. 227]).

“cobrar el salario el Mandarin” (s.v. cobrar [p. 232]).

“cosinero del Mandarin” (s.v. coçinero [p. 287]).

“codiçiar el Mandarin la haçienda y quitalla” (s.v. codiciar [p. 234]).

“cohecho del Mandarin” (s.v. cohecho [p. 234]).

“coher el Mandarin la haçienda y despues conçertarla” (s.v. coher [p. 236]); cf. “tomar”.

“colegio de Mandarines” (s.v. colegio [p. 238]).

“colgar la bandera a la puerta del Mandarin” (s.v. colgar [p. 239]).

“comprar oficio del Mandarin” (s.v. comprar [p. 252]).

“correo del Mandarín” (s.v. correo [p. 278]).

“despachar para el rey o Mandarin”, “despachar el Mandarin para el rey”, “despachar para el Mandarin” (s.v. despachar [pp. 340-41]).

“encarçelar a los Mandarines” (s.v. encarçelar [p. 386]).

“escriuano de Mandarin”, “escriuano pequeño de Mandarin” (s.v. escriuano [p. 420]).

“estudiar para Mandarín” (s.v. estudiar [p. 442]).

“faldas del sombrero del Mandarin” (s.v. faldas [p. 450]).

“firmar el Mandarin” (s.v. firmar [p. 458]).

“grado primero de Mandarin”, “grado segundo de Mandarin” (s.v. grado [p. 490]).

“hijo de Mandarín que no paga tributo”, “hijo de Mandarín” (s.v hijo [p. 529]).

“hilera de ministros ante el Mandarin” (s.v. hilera [p. 530]).

“hombre prinçipal como Mandarin” (s.v. hombre [p. 535]).

“letrado, un Mandarin” (s.v. letrado [p. 567]).

“leuantar a Mandarin” (s.v. leuantar [p. 569]).

“linaje de Mandarines” (s.v. linaje [p. 579]).

“memorial para el Mandarin” (s.v. memorial [p. 625]).

“audiencia de algunos Mandarines” (s.v. ley [p. 573]).

“nombrado para Mandarin” (s.v. nombre [p. 682]).

“nueuas de que le hiçieron Mandarin” (s.v. Nueba [p. 684]).

“ofiçio de Mandarin o gran maestro”, “ofiçio de Mandarin”, “ofiçio de gran Mandarin” (s.v. ofiçio [pp. 689-90]).

“oreja del sombrero del Mandarin” (s.v. oreja [p. 703]).

“padre del Mandarin” (s.v. padre [p. 712]).

“paje pequeño de Mandarin”, “paje grande de Mandarin” (s.v. paje [p. 714]).

“palaçio de los Mandarines a do hacen audiencia” (s.v. palaçio [p. 717]).

“parientes del Mandarin” (s.v. parientes [p. 730]).

“poner el Mandarin preçio y tomar la haçienda” (s.v. poner [p. 787]).

“pregonar el verdugo que viene el Mandarin” (s.v. pregonar [p. 796]).

“premiar al padre por el hijo Mandarin” (s.v. premiar [p. 797 y 798]).

“presentar el Mandarin su retorica”, “presente para Mandarin” (s.v. presentar [pp. 800-01]).

“presente para el Mandarin”, “presentarse el Mandarin llamado” (s.v. presente [p. 801]).

“primero grado de Mandarin”, “primero en liçençias de Mandarin de armas” (s.v. primero [p. 806]).

“ropa de lebantar de Mandarin” (s.v. ropa [p. 890]).

“salario del Mandarin” (s.v. salario [p. 906]).

“salir de la pretension Mandarin” (s.v. salir [p. 908]).

“secretario del Mandarin” (s.v. secretario [p. 920]).

“señor viejo noble para el Mandarin” (s.v. señor [p. 927]).

“seruir el Mandarin al rey entrale a seruir” (s.v. seruir [p. 933]).

“sombrero de Mandarin” (s.v. sombrero [p. 949]).

“sonajas que lleva el Mandarin que va a hablar a el rey” (s.v. sonajas [p. 949]).

 “tabla de marfil que llevan los Mandarines quando van a ver a el rey” (s.v. tabla [p. 965]).

“teniente de Mandarin” (s.v. teniente [p. 993]).

“tirar el Mandarin una cañita para que açoten” (s.v. tirar [p. 996]).

“tomar el Mandarin la haçienda y despues conçertalla” (s.v. tomar [p. 1004]); cf. “coher”.

“tribunal do se proveen los Mandarines” (s.v. tribunal [p. 1022]).

“venta para Mandarines” (s.v. venta [p. 1040]).

“vestido del Mandarin” (s.v. vestido [p. 1048]).

“vino de frixoles para Mandarines” (s.v. vino [p. 1058]).

“visitar el Mandarin al rey” (s.v. visitar [p. 1061]).

No es raro que se refleje en esta obra el interés por las fiestas: “arroz que echan a el agua en una fiesta suya” (p. 105); “fiesta de las candelas que llevan de noche con payo”, “fiesta a los 5 de junio”, “fiesta a los 15 de la luna de setiembre” (p. 454). En algunos ejemplos se tiende un notable puente entre la religiosidad china y la española: “atado de arroz que echan a el rio una pascua suya” (p. 113); “fiesta pascua suia en que sacrifican”, “fiesta de las candelas, pascua suia” (p. 454); “enigma que ponen en la linterna la pascua” (p. 408); “holgarse la pascua con danças” (p. 534); “pascua la suia de diablos”, “5 de luna hacen esta fiesta” (p. 736); “acabarse la pascua de febrero” (p. 13). Era esta una traslación muy fácil de realizar: de la misma manera los mozárabes pudieron decir que el Ramadán era la Pascua musulmana. Otro tanto se hace con el ayuno: “ayunar un ayuno de observancia que les manda el ceremonial de Bengchù” (p. 126); cf. “salir la Quaresma acabarse” (p. 908).

El budismo hace su aparición en varios lemas: “convento de bonços” (p. 272); “casa de bonços” (p. 203, 204); “escriuir el bonço el nombre del diablo que hace mal y castigalle” (p. 421); “como sus bonços que guardan essa ley de comer de verduras” (p. 523); “papel que da el bonço para quemar” (p. 723); “proçession de bonços”, “proçession a el idolo” (p. 811); “saçerdote o bonço con cabello” (p. 902); “monja de China” (p. 44). También se encuentran referencias a los instrumentos del sacerdote budista: tanto a la “campana ut mortero que tocan los bonzos de China” (p. 186) como a las “campanillas de bonços”, “campanillas ut de ermitaños” (p. 186).

En el Diccionario se presta mucha atención al mundo de la magia: “agoreros para sus sepulcros q; hechiçeros” (p. 31); “embustero demonio brujo” (p. 380); “endemoniado brujo” (p. 392); “hechiçero endemoniado enhechiçado” (p. 519); “çeremonia del hechiçero” (p. 219); “lugar que señala el hechiçero para uentura” (p. 586); “llamar el hechiçero al diablo” (p. 590); “oraçion con que el hermitaño saca del infierno” (p. 700); “esquadron de hombres de piedra que haçen los hechiços” (p. 433); “bolsa con hechiços que traen de China” (p. 152); “ahuientar al diablo q; conjurar” (p. 39); “libro de hechiçerias” (p. 575); “palabras de hechiçerias” (p. 716); “saçedotisa o hechiçera” (p. 902);  “nomina de las çeniças del ydolo” (p. 682).

La adivinación, consecuentemente, tiene gran importancia: “caña con que echan suertes”, “caña para adivinar con nombre escrito en ella” (p. 188); “caer las suertes una boca abajo y otras boca arriba” (p. 176); “hechar suertes al ídolo pidiéndole aiuda” (p. 515); “suertes a el diablo” (p. 959); “tirar suertes a el ídolo” (p. 996); “hechar suertes con cañitas delante el ydolo” (p. 517); “hechar suertes con arroz o cañitas” (p. 517); “tirar suertes con un palillo entre los dedos” (pp. 995-96); “agüero bueno malo q; adivinar hechiçar agüero” (p. 40); “estrella de mala influençia. Diçenlo del mal enemigo” (p. 441); “ventura mala mala estrella” (p. 1042).

También hay referencias a las apariciones: “alma del muerto que busca a quien le agrabio” (p. 53); “aparecer el espiritu de algun santo ut de S. Tiago” (p. 80); “aparecerse el muerto es falsa doctrina” (p. 81).

Otro apartado podría formarse con los lemas dedicados a los dioses y a la plegarias que se les dirigen: “ydolo sin cabello abogado de los ladrones que son los padres de China”, “ydolo ut angel de la guardia de la çiudad”, “ydolo que esta riendo siempre”, “ydolo con muchos milagros”, “ydolo de la prouidençia”, “ydolo puesto en casa defiende del diablo”, “ydolo que gouierna el aire”, “ydolo que gouierna un pueblo”, “ydolo con cuernos que fue letrado”, “ydolo diosa de la mar”, “ydolo que saue todas las cosas” (pp. 1066-67); “reuerençiar a el ídolo” (p. 878); “rogar a el idolo le oiga” (p. 888); “oraçion que hacen al ydolo” (p. 700); “palabra a el principio de la comida, no significa mas que alegria en comun”, y otra mano añade “y invocaçion al ydolo” (p. 715); “duende  a quien adoran como culebra” (p. 373); “gusano ponçoñoso que adoran” (p. 498).

Especial importancia revisten los sacrificios a los muertos[3]: “reuerençiar a los padres muertos” (p. 879); “carne para el sacrificio por el padre” y “carne que sacrifican al çielo” (p. 200); “honrras que hacen al spiritu del padre muerto”, “honrras a los muertos a los 9 de la luna de otubre” (p. 537); “sacrificar a el muerto” (p. 903); “çeremonia del sacrifiçio” (p. 219); “ofreçer sacrifiçios a los 14 de la luna de agosto”, “ofreçer sacrifiçios a los 14 de la luna ultima” (p. 690); “sacrificar a los 2 y 16 del mes” (p. 903); “acompañar al muerto quando lo ban a enterrar” (p. 17); “comida que se pone al muerto” (p. 244); “escriuir  el nombre del muerto por honrra en un tafetan” (p. 421); “poner los uestidos al muerto en una silla para que como el anima lo que le ponen” (p. 515 y 517); “papel que ponen junto al muerto” (p. 723); “visitar al muerto  haçiendole cortesias y quemando un papel de alabanças”; “adereçar una vez al año la sepultura de los padres” (p. 22); “agoreros para sus sepulcros q; hechiçero” (p. 31).

Por fin, se mencionan diversas supersticiones: “arbol que se pone en la sepultura” (p. 96); “beber en honrra de la luna” (p. 142); “un pez el que le come diçen que no puede tener ambre” (p. 373); “papel bendito para que el diablo no entre” (p. 723).

Un punto interesante del Diccionario es su deseo de apurar todas las posibles expresiones de un campo semántico. Las locuciones chinas, a menudo, no tienen correspondencia léxica en español. Doy algunos ejemplos de estos matices que resultan desconocidos en nuestra lengua:

cohecho (p. 234): cohechar para librarse”, “cohechar, tapar la boca”,  “cohechar al escribano, ir a la parte”, “cohecharse”, “llevar cohechos”, “cohecharse para echar fuera a alguno”.

dinero (pp. 357-58): “dinero haçienda”, “dinero de ganancia o logro”, “dinero que tiene ganancia”, “dinero de cohechos” (ter), “dinero del prinçipal», “dinero del trabajo”, “dinero necesario para algo”, “dinero para matalotaje”, “dinero de contado”, “dinero que tiene ganançia”, “dinero de comunidad”, “dinero que la muger gana por sy”, “dinero para el terçero de ambos”, “dinero sobre prenda”, “dinero de limosna” y refranes como “dinero obscureçe la prudençia” y “dinero lleva el coraçón tras sy”.

governador (p. 484): “governador primero del çielo”, “governador de todo el mundo”, “governador del aire”, “governador de la tierra”, “governador de todo lo criado”, “governador como de indios”, “governadores”, “governador, gente que tiene gobierno”.

juez (p. 549-550): “juez que reçive el cohecho, y después açota”;juez ignorante, no açierta”; “juez brioso y recto”.

Es hora de comentar algunos lemas interesantes. Los chinos tuvieron muy mal concepto de los europeos, y de este desprecio no se libraron los pueblos ibéricos, que fueron llamados nambajin ‘bárbaros’ por los japoneses. Hoy nos hace esbozar una sonrisa una anotación: al margen de “español huâ lañg”, se escribe para evitar el insulto: “huán lañg quiere decir barbaro. Digase toa say yon lañg, que quiere decir europeo” (p. 427).

No se glosa emperador, quizá porque en España no había un emperador y el emperador de China era un personaje lejano que apenas concedía audiencias a los extranjeros; en consecuencia, solo se le concede rango de rey: “ave que baja del cielo y la come el rey de China solo” (s.v. ave [p. 118]); “puño de oro, armas del rey de China” (s.v. puño [p. 824]); “rey de China hijo del cielo” (s.v. rey [p. 879]), cf. González de Mendoza, I, 3, 1 (p. 74) “Intitúlase el rey Señor del mundo e Hijo del cielo”. De esta suerte, se niveló una desigualdad que podía resultar afrentosa para los españoles.

A veces, el informante no encontró equivalencias a animales que le resultaban desconocidos, como el abestruz (p. 7; el ave está citada en la Biblia) o la abubilla (p. 11): la parte destinada a la correspondencia en chino se deja en blanco. Equivocada es la interpretación de “parótida”, que se considera una enfermedad: “parotida q; hinchaçon papera” (p. 730). Un lema indica que ya había llegado a China la moda de mascar tabaco: “caña para chupar tabaco”, “caña para tomar tabaco” (p. 189).

En el Diccionario tienen cabida términos muy europeos –o españoles- como arcabuz (p. 97), coplas de las seguidillas (p. 273), herejes (p. 520), hidalgo (p. 527), mestizo (p. 632) y sacabuche (p. 900, cf. “chirimía sacabuche” [p. 222]).

También la lengua azteca ha dejado huella en el  vocabulario  dispuesto por los padres: no solo aparece en un lema el híbrido “naguatato” (p. 660; “ynterprete naguatato” [p. 1095]), sino que también se usa “atole” (“atole espeso”, “atole ralo”, “atole coçerlo”, “atole con lebadura”, “atole con leche” [p. 115]); “camote” (p. 186; “arrancar ut camotes” [p. 100]; “asar camotes” [p. 107]); “sacar camotes o nabos” [p. 902]), “chancaca” (“chancaca mas coçida” [p. 221]; “pelotillas de chancaca” [p. 745]), “chicuey” (“chiqueyes” [p. 222]; “pepita de chicueyes” [p. 749]), “petate” (“palo para sustentar el petate” [p. 719]; “petate de caña”, “petate delante la puerta para reparo” [p. 763]) y “zacate” (“çacate para casas” [p. 211]; “arrancar çacate” [p. 99]; “casa de çacate” [p. 204]; “pauilo blando de çacate” [p. 738]). El japonés ha dejado asimismo su impronta con “catana” (“catana, oja de catana”, “catana de Japon”, “catana enhastada”, “catanilla” [p. 208]; “baylar con catanas” [p. 141]; “oja de catana” [p. 691]; “vaina de catana o cuchillo” [p. 1036]) y “biombo” (“pintar biobos” [p. 770], la forma más correcta de la palabra).

Del léxico característico de la comunidad china en Manila se registra “parian”  (p. 728); “sangley” solo se documenta en una glosa: “cabello que trae el sangley” (p. 171). Además, se usa como lema “lechias” (“lechias fruta” [p. 564]; cf. Escalante [f. 34r] “una suerte de ciruelas como redondillas a que llaman Lechias”), “Paquin” (corte del rey, o cortesanos de Paquin” [p. 281]; “Paquin q; corte del rey” [p. 724]; cf. “seda de Paquin” [p. 921]), la forma usada también por Bernardino de Escalante (f. 86r “la ciudad de Paquin”; González de Mendoza habla en I, 1, 8 [p. 32] de “la provincia de Paguia” y en I, 3, 5 [p. 82] de “la ciudad de Taybin”); “champán” había entrado ya en el léxico español (“champan para pescar” [p.  221]; “caña para botar el champan” [p. 187]; “caña o tequin del champan” [p. 188]; “cayan de champan” [p. 210]; “cubierta de champan para nauio” [p. 294]; “palos que sustentan la cubierta del champan o de lo que haçe sombra” [p. 719]; “remar champan” [p. 862]); “banquin” solo se usa en explicaciones (“adornarse el banquin” [p. 24]; “coser un liston en el banquin” [p. 283]; “ponerse el banquin a los 15 años” [p. 788]; “texer como banquin o cosas de aguja” [p. 987]).

Más numerosos son los términos usados corrientemente en Manila; muchos de ellos proceden del tagalo (tomo las equivalencias del Diccionario Tagálog- Hispano de Pedro Serrano Laktaw [reimpr. Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1965, 2 vols.], señalando con un asterisco las voces que no figuran en ese diccionario, e indico asimismo las palabras que han pasado al español y que registra el Diccionario de la lengua española [DLE] de ASALE, Madrid23, 2014):

“*abanillo” ‘abanico’ (“caña del abanillo” [p. 188]); abanillo en DLE.

“arigue” ‘pilar’ (p. 97, 106; “añadir el arigue” [p. 71]; “palo que esta atrauesado a los pies de los arigues debajo de tierra para fortaleça” [p. 720]; “viga arigue” [p. 1056]) = haligi (“Los filipinos, al pronunciarla, subrayan la h, aspirándola suavemente, refinamiento a que no llegan nunca los españoles”, observó con cierta sorna W. E. Retana, Diccionario de filipinismos, Nueva York – París, 1921, p. 37; es separata de la Revue Hispanique, LI, que he manejado en el ejemplar que se guarda en la RAE).

“bahaque” ‘taparrabo’ (p. 130) = bahag (bahague en DLE).

“baguio” ‘tifón’ (“viento grande vagio” [p. 1055]; “viento baguio” [p. 1056]) = bagyó (baguio en DLE).

“banca” ‘lancha’ (“banca chanpan” [p. 134]; “apartarse la banca de tierra” [p. 83]; “remar banca” [p. 862]; “remo para bancas” [p. 863]; “vela de nauio o banca” [p. 1036]) = bankâ.

“baraquilo” ‘travesaño’ (“baraquilos de texado” [p. 136])= balakilan.

“bilango” ‘alguacil’ (“bilango q; alguacil” [p. 145]; “enviar a el bilango a prender” [p. 408]; “vilango q; alguacil” [p. 1057]) = bilangô.

“*bonga” ‘un componente del buyo’ (“bonga para buyo” [p. 153]); bonga en DLE.

“*buyo” ‘betel’ (“caldo del buyo o çumo que se escupe” [p. 168]; “fruta del buyo que emborracha” [p. 471]); buyo en DLE.

“camanguian” ‘estoraque’ (“camanguian olores” [p. 183]) = kamangyán.

“*carabao” ‘especie de búfalo’ (p. 197; “tormento de 4 carabaos” [p. 1007]); carabao en DLE.

“*carahay” ‘sartén’ (“carahay grande”, “carahay pequeño”, “carahay que tiene dos asas” [p. 197]; “arroz quemado o tostado en el suelo del carahay” [p. 104]; “pescado de que hacen carahaies” [p. 760]; “tostar en carahay”, “tostar en sarten” [p. 1009]); como bien dice Retana (Diccionario, p. 70), carajay es una “sartén propia del país, en que se hacen casi todos los guisos”, pero en el siglo XVII también se designaba así un recipiente pequeño (cf. los ejemplos que aduje en mi libro sobre Los chinos en Manila (siglos XVI y XVII), Lisboa, 2011, p. 778).

 “*cha” ‘te’ (“cha: ierua o ojas della, que, coçidas, se bebe el agua”, “cha bonissima” [p. 220]; “aparejar la cha” [p. 81]; “calderilla de Japon para cha” [p. 179]; “conserva que se echa en la cha” [p. 265]). Esta es la forma, tomada del portugués, que se usó siempre en Filipinas durante los siglos XVI y XVII (cha en DLE).

“galagala” ‘betún o brea para calafatear la nave’ (“galagala del nauio” [p. 475]) = galagala.

“mabolo” ‘una fruta, llamada así por ser vellosa’ (p. 597) = mabulo (mabolo en DLE).

“*morisqueta” ‘arroz cocido, comida de los moros’ (“morisqueta mui blanda” [p. 647]; “caldo de morisqueta” [p. 179, 180]; “comer morisqueta sola” [p. 243]; “coçer la morisqueta con poca agua” [p. 286]; “cuchara de caña para morisqueta” [p. 294]; “no ay mas que morisqueta” [p. 672]; “seco como pan, morisqueta” [p. 917]); morisqueta en DLE. Retana (Diccionario, p. 9) se quejó de que el Diccionario de la Academia hubiese admitido morisqueta y no tinola; pero la verdad es que en los escritos de los siglos XVI y XVII se habla de la morisqueta, y no de la tinola.

“*nipa” ‘palma’ (“nipa cachiang vino de nipa” [p. 670]); nipa en DLE. “La nipa se utiliza, antes que nada, para techos” (Retana, Diccionario, p. 133).

“payo” (“bolso para meter el payo” [p. 152]; “cubrir con el payo” [p. 293]; “fiesta de las candelas que llevan de noche con payo” [p. 454]; “paio con tafetán pintado” [p. 738])= páyong. “Paraguas. Es palabra de origen sínico; creo que su verdadero significado es quitasol” (Retana, Diccionario, p. 147).

“salambao” ‘red grande’ (“pescador de çarambao” [p. 760])= salambaw.

“*senapit” (“ancla de dos palos que se llama senapit” [p. 68]).

“*tae” (“tae es peso de plata” [p. 966]); tael en DEL, pero tae (pl. taes) es la forma usada por los españoles en los siglos XVI y XVII.

“tambobo” ‘granero’ (“casa alta tambobo” [p. 203]; “tambobo de arroz” [p. 968]) = tambúgong.

“*tangingue” ‘pescado’ (“tangingue pescado” [p. 969]).

“*tibor” (p. 988); tibor en DLE.

El diccionario, como obra hecha por frailes, es muy recatado y pudibundo, como también lo fueron en general todas las obras lexicográficas hasta muy entrado el siglo XX. Poquísimas palabras malsonantes tienen cabida en sus páginas, que huyen de la vulgaridad salvo en el caso de puta y puto: “adultero” y “adultera” (pp. 25/26); “afeminado hombre de papel” (p. 27); “bujarron” (p. 164) y “puto bujarron (p. 825); “amançebado” y “amançebamiento putería” (p.58); “cabron capado” (p. 172, cf. “capar a el hombre”, “capar a la hembra” [p. 195]); “cornudo abre un ojo y cierra el otro, disimula” (p. 75); “hermafrodita” (p. 522); “muger mala puta” (p. 655); “puta, putilla”, “puta publica”, “puta hedionda”, “puta vieja”, “puta muerta, gato muerto, maldición de mugeres”, “puta honrrada de punto” (p. 825); “ramera q; puta”, “ramera como flor que siempre se abre y todos la roçian” (p. 844). La sexualidad se expresa asimismo con términos cultos: “acto carnal q; fornicar” (p. 19); “fornicar  estando el hombre abajo”, “fornicar estando la muger ençima”, “fornicar mucho garañón”, “fornicar acto desonesto”, “fornicar de voluntad de ambos”, “fornicar la muger”, “fornicar el hombre”, “fornicar secretamente” (p. 465); “haçer fornicar háganselo a tu madre” (p. 506); “poluçion nocturna”, “poluçion voluntaria” (pp. 784-85); “simiente del hombre” (p. 938); “regla o mes de la muger” (p. 859). Con no menor pudor se alude a las vergüenzas: “miembro viril del hombre” (p. 636); “testículos” (p. 985) remite a “compañones” (pp. 248-49), un vocablo que también aparece como explicación: “bolsa de los compañones” (p. 152); “parte secreta del hombre compañones” (p. 731) y en el lema “bolsa de compañones” (p. 152); “tetas do esta la leche” (p. 986. No obstante, se encuentran en él lemas como el quevedesco “ojo de culo” (p. 697) y “pedo” y “peerse” (p. 743: se añade: “soltarlos ut escalera y sus compañeros”; cf. “sonar el pedo” [p. 950]). En algunos casos se encubre el término mal sonante bajo el nombre latino: “crica mulieris” (p. 291); “flujo seminis del hombre”; “flujo seminis de la muger” (p. 463); “miembro de la muger natura mulieris” (p. 635) y natura mulieris (p. 661). El eufemismo es claro en “tomar el perro la perra y juntarse dos cosas” (p. 1004).

No faltan lemas y explicaciones curiosos, como “apocado coraçon como un dedo”, “apocado que no le caben las cosas en el coraçon” (p. 86), “anguilla colorada no murmura para comer” (p. 73), “animo esforçado guesos de hierro” (p. 75), “cayman hombre como cayman que todo se lo quiere tragar” (p. 210), “callar de melancolico es maldiçion porque tiene en la boca naturaleza de la muger; callar porque tiene en la boca el miembro del hombre” (p. 182), o “hambriento cara de diablo”, “hambriento no ay unguento en la barriga” (p. 512). En algunas de estas glosas se trasluce una mentalidad muy diferente de la europea.

Terminada esta exposición somera del contenido del Diccionario, quedan por contestar dos preguntas: ¿cuándo fue compuesto el Diccionario? y ¿quiénes redactaron el Diccionario?

Al primer interrogante –la fecha- le da cumplida respuesta uno de sus lemas, que acota el tiempo de su composición. En efecto, entre las diversas acepciones que figuran s.v. tierra (“tierra de mal natío”, “tierra de trigo”, etc.) se anota: “tierra de isla Hermosa, a do estan los españoles” (p. 991; cf. “ysla hermosa” [p. 1099]). Esta precisión indica que este lema –y, muy probablemente, el resto de la obra- fue escrito antes del 24 de agosto de 1642, fecha en que el fuerte de Kilung en Taiwán capituló ante las fuerzas holandesas, y después del 1626, el año en que comenzó el asentamiento de los españoles en Taiwán.

Mas no cabe descartar que se diese comienzo al Diccionario antes de aquella entrada en “isla Hermosa”, o que la nota en cuestión fuese un añadido de última hora. En este supuesto, otro terminus post quem lo fijan los incendios que se declararon en el Hospital de los chinos, donde es de suponer que se custodiasen todos los libros y papeles referentes a los sangleyes. A sus devastadores efectos se refirió fray Bernardo de Santa Catalina, provincial de la provincia del Santo Rosario, en una petición dirigida al gobernador de Manila Francisco Tello a fin de que este, tras el fuego, volviese a dar la administración de dicho Hospital a la orden de Santo Domingo:

“El año de ochenta y siete el obispo dellas [islas Filipinas] don frai Domingo de Salazar, de buena memoria, y el gouernador y presidente Sanctiago de Vera encomendaron a la dicha mi orden [de Santo Domingo] la doctrina de los chinas destas yslas, por no auer auido otra religion que quisiese aprender lengua y encargarse de la dicha administración; e juntamente les pareçio que conuenia se edificase e instituyese un Ospital para curar los enfermos de la dicha naçion, para que, viendo ellos la charidad y buenas obras que se hacen con los enfermos, tuuiesen motiuo para conuertirse y amar nuestra sagrada religion; la qual dicha administraçion tambien la encargaron a la dicha mi orden; en el qual Hospital se han hecho y hazen muy buenas obras, y se conuierten muchos infieles a nuestra sagrada religion, y mueren de de ordinario mas de çiento christianos. Y auiendole dado quenta al rey, nuestro señor, de la ynstituçion del dicho Ospital, Su Magestad lo tuuo por bien y mando a su gouernador lo fauoreçiese e hiziese merçed; lo qual an hecho los gouernadores, y vuestra señoria también le a hecho merced de las tiendas que tiene en el parian de los sangleyes desta çiudad. Y estando en el dicho Hospital los papeles y recaudos de lo en esta petiçion referido, el año pasado de nobenta y siete se ençendio un fuego una noche en el dicho parian y prendio en el Hospital; y por ser de tablas y el fuego muy grande, no se pudo sacar nada de lo que auia en el dicho Hospital, y ansi se quemaron los papeles y recaudos de lo dicho en esta petiçion” (AGI, Filipinas, 79, n. 40, f. 10r-10v).

             El gobernador Tello accedió a la petición de fray Bernardo por un auto promulgado el 2 de julio de 1598. Las llamas, sin embargo, se cebaron de nuevo en el Hospital, como demuestra lo que dijo en otro memorial fray Diego de Soria:

            “El Ospital donde se curan los chinos enfermos se a quemado dos bezes, por ser de paja, con mucha perdida de hazienda; y la ultima bez se quemaron dos enfermos. Y de limosna an labrado en la ciudad un Hospital de piedra muy bueno, para que no sucedan semejantes ynconuenientes” (AGI, Filipinas, 79, n. 42; petición vista en Consejo del 23 de marzo de 1602).

               Ya tenemos, por tanto, fijado el terminus post quem más largo: 1601, el año en que fue construido el edificio en piedra. Todo casa, pues, a la perfección: la noticia relativa a Taiwán se ajusta a cuanto sabemos de las vicisitudes que sufrió el Hospital de los sangleyes. En conclusión: la obra fue redactada entre 1601 (o 1626, el terminus post quem más corto) y 1642.

            Es hora de responder a la segunda pregunta: la autoría del Diccionario. Dado que la escritura de alguno de sus redactores presenta rasgos muy característicos (por ejemplo, la z que aparece en p. 72, 127-28, 739, 1027, etc.), revisé en los legajos 79 (nº 40-134) y 80 (completo) de la Sección de Filipinas en el Archivo General de Indias las cartas de los dominicos residentes en Filipinas durante la primera mitad del siglo XVII con la esperanza de poder reconocer en alguna de ellas los mismos idiotismos. Mi esfuerzo fue vano. A mi juicio, la letra de aquellos frailes (Diego Aduarte, Juan Bautista, Jacinto Calvo, Diego Collado, Domingo González, Melchor de Manzano, Juan de Pedrosa, Lope de los Ríos, Gabriel de San Antonio, Bernardo de Santa Catalina, Diego de Soria y Mateo de la Villa) no se parece a la usada por los redactores del Diccionario.

            Huelga decir que estas cartas tratan de temas generales, no de cosas tan concretas y específicas como un léxico[4]. Ahora bien, en la 151 fray Mateo se refirió a “dos sacerdotes [del Hospital de los sangleyes] que sauen la lengua china, que los catequiçan, enseñan y van disponiendo para hacerlos christianos, y pocos son los que allí tratan que no mueran christianos”. Ellos son, sin duda, los que compusieron el Diccionario. Y me parece que podemos asignar su autoría a frailes como los italianos fray Jordán de San Esteban y Ángel Coqui, de los que di noticia sucinta en Los chinos en Manila, p.170. El español Alberto Collares, otro posible candidato, tenía 24 años cuando pasó a Filipinas en 1632 y procedía del convento de Valencia, como se indica en una petición de Diego Collado (nº 156 del legajo 80). Siento muy mucho no poder ofrecer más información sobre estos pastores, a veces no tan benévolos como sería de esperar con los miembros de su grey.

            Una última cuestión. Los ideogramas están demasiado bien hechos para que sean obra de un fraile. Por tanto, debieron de ser ejecutados por algún calígrafo chino. Queda también por averiguar qué sistema de transcripción usaron los frailes, qué valor tienen los signos diacríticos empleados y qué relación tiene este Diccionario con otros del mismo jaez (por ejemplo, el del jesuita Pedro Chirino, que es más o menos coetáneo). Mas estas son ya tareas que solo las puede llevar a cabo un sinólogo.


[1] Es una pena que el Prof. Henning Klöter escriba en p. XXI: “In October 1603, the Spanish colonial government, in response to rumours of a possible uprising, brutally killed almost the entire Chinese population”. Los españoles no hicieron una matanza por simples rumores; respondieron a un ataque masivo que a pique estuvo de tomar Manila; eso sí, actuaron recíprocamente sin contemplaciones. La afirmación de Klöter se basa en los antiguos prejuicios sobre “The cruelty of the Spaniards” (por cierto, el título de una ópera inglesa del siglo XVII).

[2] En idéntica indeterminación incurrió el dominico Mateo de la Villa al dirigir una petición al Consejo de Indias, vista en dicho Consejo el 31 de marzo de 1642 (AGI, Filipinas, 80, n. 225): en ella se escribe tanto “chinas” (el fiscal de la Audiencia “que es en aquellas islas [Filipinas] el protector de los chinas”) como “chinos” (“un hospital que fundo mi orden para curar los chinos”). Escalante usó siempre la forma más antigua “chinas” (f. 29v, 30r, 42r, etc.), que talvez intenta recoger el latín Sinae.

[3] En The Encyclopaedia Britannica s.v. ‘China’ (13 ed., vol. V, p. 172 b) se señala “the extraordinary importance in China of funeral rites, especially in the case of the father”.

[4] No me parece inoportuno presentar en nota las noticias referentes a los chinos, cristianos o no, que se encuentran en estas cartas (además de las dos solicitudes reseñadas más arriba sobre el Hospital de los sangleyes):

  1. a) cartas de fray Diego Aduarte, procurador general de la provincia de las Filipinas, legajo 79, nº 91: que “se conserve el dicho Hospital [de los sangleyes] en possession de todas las mercedes y gracias que se le huuieren hecho” (vista en Consejo el 4 de febrero de 1612); legajo 80, nº 18 (carta del cabildo secular en recomendación de la Orden dominica, con año ilegible [¿1607?; la carta correspondiente del cabildo catedral fue firmada el 7 de julio de 1607], unida ¿erroneamente? a una petición de Aduarte, vista en Consejo del 18 de noviembre de 1619): “la ysla Hermosa, puerta del gran reyno de China, la tiene Vuestra Magestad por la ssolicitud y cuidado de esta religion tanto como por las armas de ssus soldados, y para maior firmeza la tiene regada con sangre de martires esta religion»; nº 88: que los chinos cristianos no paguen cada año 66 reales además del tributo ordinario, “como los demás infieles de su misma nación” (vista en Consejo del 17 de febrero de 1623).
  2. b) cartas de fray Melchor de Manzano, escritas normalmente “en nombre de los chinos que residen en el parian extramuros de la ciudad de Manila”, legajo 80, nº 123: que no se haga a los sangleyes el agravio de cortarles la coleta (vista en Consejo del 22 de abril de 1627); nº 129: que los españoles vuelvan a hacer un asentamiento en el puerto del Pinar, por ser además “la correspondençia con la ysla Hermosa façilisima por la cercania, que en noche y dia se va de una a la otra parte”; vista en Consejo el 17 de octubre de 1627); nº 134 y 139: que se prohíba a los chinos que no sean cristianos residir fuera del parián (vistas en Consejo del 8 de noviembre de 1627 y del 6 de mayo de 1628, respectivamente); nº 135: que las licencias concedidas a los sangleyes les permitan pasar por todos los partidos de los alcaldes mayores sin que estos les lleven derecho alguno, y que no paguen por ellas más de un real y, si no van a residir más de un mes, medio real (vista en Consejo del 8 de noviembre de 1627).
  3. c) cartas de fray Mateo de la Villa, prior del convento de Santo Domingo de Manila y procurador general de la provincia del Santo Rosario de Filipinas, legajo 80, nº 151: que el rey señale al Hospital de los chinos una renta de 2.000 pesos, que era lo que antes le que rentaba al Hospital el peaje que se pagaba al ir de su recinto al parián (vista en Consejo del 30 de octubre de 1630); nº 153 que los chinos no paguen de su Caja los 2.000 pesos, si por algún caso faltare el puente (vista en Consejo del 22 de noviembre de 1630).